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4/17/2015

El carisma de Dortmund



Es prácticamente imposible mantenerse ajeno a esa sonrisa socarrona y a esas muecas propias de los mejores tiempos de Jim Carrey. A través de esos ojos casi apagados, como víctimas de una sobredosis de botellines desde primera hora de la tarde, ha visto crecer una obra, su obra, durante siete años. 

Cuando llegó al Dortmund procedente del Mainz, al que llegó a clasificar para la Copa de la UEFA (2005/06), Jürgen Klopp ya tenía una idea preconcebida de lo que quería ver en el césped.

"Cuando llegué al Dortmund dije: "Si 80.000 personas vienen cada dos semanas al estadio y en el campo se juega un fútbol aburrido, una de las dos partes, el equipo o los fans, tendrá que buscarse un nuevo estadio". Muchos de nuestros fans recorren 800 kilómetros para vernos y vivir algo especial. Hay que ir a todo gas. Lo hemos llamado fútbol a todo gas".
Jürgen Klopp, entrevista en El País (2013).

Es cierto que esta temporada el bajón ha sido considerable. El Dortmund comenzó a caer en picado (estuvo en descenso), parecía menos fresco, faltaba el gol y a Klopp, extraño en él, se le veía más apagado.
Hasta entonces hemos podido disfrutar de este Borussia, que, sin duda, es su Borussia, pues ha logrado imprimirle un sello inconfundible, el que le llevó a reinar en la Bundesliga y a convertirse en uno de los equipos de referencia en Europa. 

Klopp convirtió al Dortmund en una máquina de ganar. Había creado un equipo que dominó en la Bundesliga durante dos temporadas (además de ser el único entrenador en conseguir un doblete en la institución) y le plantó cara al mismísimo Bayern. 

"Queríamos derrochar vitalidad. Preferíamos dar cinco veces en el larguero que quedarnos cuatro veces sin tirar a la portería. Mejor perder. Ese fue el comienzo. Tienes que vincular a la gente del club. Los partidos deben tener un efecto más allá del resultado. Todo el mundo sabe que se ha ganado 3-1. Pero lo que se siente es el tiro, el gol, la parada: eso lo llevas dentro toda la semana".
Jürgen Klopp, entrevista en El País (2013).

Atrás quedarán esos duelos en los que hacía vibrar y donde logró cargarse a equipos de la talla del Real Madrid. Más importante que todo eso: Klopp agarró un Dortmund en depresión y lo elevó a lo más alto. El Borussia era un equipo a la deriva que había cosechado un 13º puesto en la tabla de la Liga de la mano de Thomas Doll. Además era un club que jugueteaba peligrosamente con la bancarrota. 

"Cuando el club casi había sido rescatado se dieron cuenta de que había que recobrar vitalidad. Y buscaron un entrenador vitalista, que apuesta por un fútbol vivo, que se divierte, que ríe a pesar del descenso del Mainz 05. Si no tienes dinero y, a pesar de todo, quieres calidad, tienes que ser valiente".
Jürgen Klopp, entrevista en El País (2013).

Jürgen se marchará con un legado en el que se acumulan dos Bundesligas, una Copa, dos Supercopas y un subcampeonato de Europa. Quizá el epílogo a esta gran historia se firmara ahí, en ese momento. Aquel 25 de mayo de 2013 en Wembley, donde el Dortmund de Klopp cayó derrotado frente a su archienemigo, el Bayern, en la final de la Champions. Quizá.
Jürgen se marchará habiendo dejado en el alma de muchos aficionados al fútbol su eterno carisma. Esa mirada apagada y esa sonrisa socarrona. Ese aire desenfadado que se repetía en cada gesto en la banda, ya fuera un aplauso o un rapapolvo a un cuarto árbitro, y que se extendía a su faceta como presentador o a los planos para un anuncio de una famosa marca de coches. 

Jürgen se marcha porque sabe que es el final de un ciclo. En la rueda de prensa en la que anunció lo que ya se mascaba él mismo lo señaló: "Siempre dije que en el momento en que creyese que ya no soy el entrenador idóneo para este extraordinario club, lo diría. Elijo este momento para anunciarlo porque en los últimos años algunas decisiones de jugadores se tomaron demasiado tarde y no pudimos reaccionar. Realmente creo que la decisión es la correcta [...]. Pienso que el Dortmund necesita un cambio. Si yo me quedaba, tendríamos que cambiar demasiadas cosas. Si viene otro, pueden quedarse igual. No quería que un pasado increíble lastrara la evolución futura del equipo. Para eso tenía que quitarse una cabeza grande, la mía". 

Antes de marcharse a Klopp le queda un último reto por delante (toda vez que ya está perdida la carrera en la Bundesliga y Europa se ha quedado lejos): una semifinal de Copa contra el Bayern que le lleve a conquistar su último título con el Dortmund. Ese sí sería un buen epílogo.


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