Seamos objetivos. El bueno de Louis tiene razón. A la Premier le queda mucha tela que cortar y el Manchester United sigue en la carrera por el título. Ahora seamos serios. Tendría narices que el Manchester United terminara levantando la Premier. Y seamos también concretos. No el Manchester United, así en general, sino este Manchester United.
Liverpool 0-1 Manchester United (Rooney, 77')
Liverpool: Mignolet; Clyne, Kolo Touré (Benteke, 80'), Sakho, Alberto Moreno; Henderson, Lucas Leiva, Emre Can; Milner (Caulker, 90'), Lallana (Ibe, 76'), Firmino.
Manchester United: De Gea; Young (Borthwick-Jackson, 41'), Smalling, Blind, Darmian; Fellaini, Schneiderlin; Lingard (Mata, 66'), Ander Herrera (Memphis Depay, 72'), Martial; Rooney.
Al Manchester United le acompañó, una vez más, la efectividad. Y también, una vez más, un inmenso David De Gea empeñado en evitar que el Liverpool se llevase los tres puntos en Anfield. En medio de un discreto tiroteo -hubo muchas balas de fogueo- el español volvió a convertirse en el salvador del equipo. Y van demasiadas veces.
Los de Klopp fueron mejores pero sin grandes alardes. A falta de Coutinho, el alemán volvió a apostar por un once titular sin delantero centro. El plan que se mantuvo durante el partido fue el de aumentar la presión y volver loca a una zaga red devil ya de por si algo descolocada. El plan, evidentemente, funcionaba. Los movimientos constantes de Milner, Lallana y Firmino procuraban una sensación de peligro que hacía vaticinar una victoria por la vía rápida del Liverpool. No fue así primero, por obra y gracia de De Gea. Y segundo, porque el Liverpool continúa siendo un equipo instalado en la mediocridad, capaz de mostrar varias caras, incapaz de hacer hincar la rodilla al peor Manchester United en años, lastrado por las lesiones y necesitado de acudir de urgencia al mercado de fichajes. Fue mejor y mereció la victoria por el simple hecho de que propuso algo más en medio de un correcalles -sobre todo el primer acto- más propio de una pachanga de solteros contra casados que de todo un clásico del fútbol inglés.
Lo intentaron Lallana, Firmino y Henderson en un par de ocasiones, pero fue imposible. Cuando Klopp movió el banquillo ya era demasiado tarde. Quizá no hubiese venido mal un poco de riesgo. Con la entrada de Ibe por Lallana, ya en el 77', se buscó romper el partido, pero llegó el golpe de los de Van Gaal. Era su primer disparo entre los tres palos. Saltó Fellaini para enviar un cabezazo al larguero y Rooney, atento al rechace, no perdonó la ocasión de ejecutar. Es su quinto gol en los últimos cuatro partidos, el número 176 al servicio del Manchester United. Y esta vez valía tres puntos.