Cualquier transición en un combinado nacional que venga de coronar una de sus etapas más exitosas suele ser difícil. Es más, cualquier selección que haya conocido la gloria se ve inmersa poco después en la más absoluta de las depresiones. No es algo nuevo. Le ocurrió a Brasil tras la Copa del Mundo de 1970 con Pelé. Tardó 24 años en volver a ganarla. Le sucedió a Italia tras conquistar la de 1982. También a Argentina, que lleva 19 años sin lograr un Mundial o Francia, que suma 17. Sin hablar de Inglaterra, por ejemplo, que tras alzarse con el título de 1966 todavía espera su turno.
España ha sufrido un proceso de descomposición quizá más lento después de lograr encajar y engrasar una de las mejores generaciones de futbolistas de su historia en un periplo que le ha llevado a la dificultad de meterse en el bolsillo Eurocopa-Mundial-Eurocopa en unos seis frenéticos años donde no parecía tener rival. Una hazaña que, probablemente, tardaremos mucho en volver a presenciar.
Desde 2008 han pasado por la selección con Del Bosque 75 jugadores, siendo notable el incremento de nuevas incorporaciones desde el batacazo en Brasil: San José, Raúl García, Carvajal, Alcácer, Munir (¿¿??), Rodrigo, Bernat, Nolito, Casilla, Camacho, Morata, Callejón, Juanmi y Vitolo. Entre otros.
Dentro de un sistema caduco quizá lo más significativo fue la inclusión de Diego Costa tras una campaña mediática por su nacionalización sin precedentes (y, en ocasiones, rozando el ridículo) que hacía presagiar una inclinación hacia el juego directo en el combinado nacional o, al menos, una variación en el esquema implantado y desarrollado por Luis Aragonés. Hasta la fecha, el perfil Costa no ha funcionado.
Frente a Ucrania, partido válido para la clasificación para la Euro 2016, el planteamiento de Del Bosque se basó en el viejo modelo, en la conjunción de centrocampistas asociativos con mucho gusto por el toque del balón para mantener la posesión y elaborar hasta encontrar definitivamente el gol. Tan sólo funcionó a ráfagas y cuando Silva, Isco o Iniesta andaban inspirados y colaboraba Morata con sus movimientos y desmarques. El resto fue un querer y no poder que pasó desapercibido en la primera mitad del encuentro, donde Ucrania se parapetó bien, pero que desnudó carencias en la segunda parte, cuando a los ucranianos les dio por morder y dar un paso al frente.

Falta de profundidad, de ideas, errores en la salida del balón, incapacidad para generar algo de juego más allá de marear el balón sin objetivo alguno y la sensación de que España ya no es aquel equipo firme y con cabeza capaz de mantener la mínima ventaja en el marcador sin sobresaltos. Lo que viene siendo prácticamente lo mismo: España no gana ese partido si enfrente está otro equipo distinto a Ucrania.
EUROCOPA 2016. GRUPO CEl batacazo del Mundial de Brasil supuso un punto de inflexión para la selección española. Por primera vez en mucho tiempo daba síntomas de agotamiento. Vicente Del Bosque sigue al mando de la nave y parece incapaz de encontrar una solución. Con una buena parte de las cabezas visibles de la selección triunfadora fuera (Xavi, Xabi Alonso, David Villa o Puyol), el seleccionador nacional no da con la tecla, también empecinado en una revolución tranquila o, como él ha señalado, en una "transición dulce", donde se mantienen jugadores por debajo de su nivel (incomprensible lo de Pedro) y donde tantas probaturas no dan sus frutos (véase el amistoso contra Holanda posterior al partido clasificatorio frente a Ucrania).
1. Eslovaquia (15)
2. España (12)
3. Ucrania (9)
4. Bielorrusia (4)
5. Macedonia (3)
6. Luxemburgo (1)
Desde 2008 han pasado por la selección con Del Bosque 75 jugadores, siendo notable el incremento de nuevas incorporaciones desde el batacazo en Brasil: San José, Raúl García, Carvajal, Alcácer, Munir (¿¿??), Rodrigo, Bernat, Nolito, Casilla, Camacho, Morata, Callejón, Juanmi y Vitolo. Entre otros.
Dentro de un sistema caduco quizá lo más significativo fue la inclusión de Diego Costa tras una campaña mediática por su nacionalización sin precedentes (y, en ocasiones, rozando el ridículo) que hacía presagiar una inclinación hacia el juego directo en el combinado nacional o, al menos, una variación en el esquema implantado y desarrollado por Luis Aragonés. Hasta la fecha, el perfil Costa no ha funcionado.
Frente a Ucrania, partido válido para la clasificación para la Euro 2016, el planteamiento de Del Bosque se basó en el viejo modelo, en la conjunción de centrocampistas asociativos con mucho gusto por el toque del balón para mantener la posesión y elaborar hasta encontrar definitivamente el gol. Tan sólo funcionó a ráfagas y cuando Silva, Isco o Iniesta andaban inspirados y colaboraba Morata con sus movimientos y desmarques. El resto fue un querer y no poder que pasó desapercibido en la primera mitad del encuentro, donde Ucrania se parapetó bien, pero que desnudó carencias en la segunda parte, cuando a los ucranianos les dio por morder y dar un paso al frente.

Falta de profundidad, de ideas, errores en la salida del balón, incapacidad para generar algo de juego más allá de marear el balón sin objetivo alguno y la sensación de que España ya no es aquel equipo firme y con cabeza capaz de mantener la mínima ventaja en el marcador sin sobresaltos. Lo que viene siendo prácticamente lo mismo: España no gana ese partido si enfrente está otro equipo distinto a Ucrania.
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*Fuera / Casa






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