No hay día más grande en el fútbol inglés que el Boxing Day, tradición llevada a lo futbolístico que centra la atención del planeta del balompié en unas fechas tan señaladas como las navideñas, en las que muchos calendarios se paralizan por vacaciones.
En una jornada maratoniana que arrancó en el Britannia a las 13:45 y acabó en St. Mary's a las 20:45 pudo verse todo el poderío del entramado comercial de la Premier League en un día ya indispensable que cada vez arrastra a más gente y que vuelve a pasear su colorido y su pasión por las gradas de unos campos repletos de gente.
Resultados Boxing Day 2015
Stoke 2-0 Manchester United (Bojan; Arnautovic)
Bournemouth 0-0 Crystal Palace
Aston Villa 1-1 West Ham (J. Ayew, p / Cresswell)
Chelsea 2-2 Watford (Diego Costa x2 / Deeney, p; Ighalo)
Liverpool 1-0 Leicester (Benteke)
Manchester City 4-1 Sunderland (Sterling; Touré; Bony; De Bruyne / Borini)
Swansea 1-0 West Bromwich (Ki)
Tottenham 3-0 Norwich (Kane x2; Carroll)
Newcastle 0-1 Everton (Lukaku)
Southampton 4-0 Arsenal (Martina; Long x2; Fonte)
La caída en picado de Van Gaal.
El proceso de autodestrucción del Manchester United siguió su curso en otro partido raquítico en el que se salvó algo de dignidad en el segundo acto. Aunque no demasiada. Salió de inicio Van Gaal (a un paso de la destitución) con Rooney en el banquillo, aunque apenas si se notó su presencia en la segunda mitad, lastrado por un estado de forma bastante sospechoso.
Van Gaal, al que se había despedido en twitter durante la semana y tras una rueda de prensa en la que exigió disculpas al periodismo inglés (se las ofrecería ese mismo día The Sun con una portada irritante), observó impasible desde el banquillo al lado de Ryan Giggs -que parece más entrenador que el holandés- como su equipo sigue un proceso de descomposición en el que lo más lamentable sigue siendo que toda una entidad como el Manchester United apenas si muestre algo de alma sobre el terreno de juego.
En los partidos en los que De Gea no puede erigirse como salvador, los red devils quedan mucho más expuestos. Mención a parte merece Memphis Depay, cuyo error capital en una cesión provocó el primero de los Potters. Volvió a ser sustituído en el descanso y es la tercera vez que le ocurre esta temporada (tras Liverpool y Arsenal).
Hughes sigue a lo suyo al mando del Stoke y, de nuevo, el Britannia Stadium vuelve a ser ese lugar incómodo en Stoke-on-Trent al que nadie quiere viajar. Los Potters son un equipo compacto y competitivo en el que siempre sobresalen los nombres de ciertos jugadores sobre el trabajo colectivo. Lo de Bojan ya no es nuevo. La evolución y madurez del jugador -que viene de una complicada lesión- la hemos visto en Inglaterra bajo el mando de Hughes.
Nuevo entrenador, mismas sombras.
Era el regreso de Hiddink al banquillo de los blues y su vuelta tenía lugar en Stamford Bridge. Tras la victoria 3-1 frente al Sunderland, primera de la era post-Mourinho, se esperaba continuar con las buenas sensaciones.
El Chelsea ofreció tramos en los que parecía convencer a la grada con pasajes en los que volvía a demostrar una falta de autoridad tremenda. No todo fue malo. Diego Costa marcó un doblete y se pudo comprobar el arrojo de algunos jugadores que quedaron demasiado señalados antes del incendio con Mourinho. La grada regaló algo más de calor que en la victoria frente a los Black Cats. Queda margen de mejora aunque los de Hiddink pudieron llevarse el partido. Lástima de ese penalti fallado por Oscar. Lo pidió Costa para completar el hat-trick pero quiso tirarlo el brasileño. Se resbaló y mandó el balón a la grada.
Quique Sánchez Flores tiene al Watford en la 7ª posición. Y no es una casualidad. Ha logrado conformar un bloque que sigue la racha exitosa de otro equipo que está enamorando esta Premier, el Leicester. Tras caer frente al Manchester United (1-2 el 28 de noviembre), los Hornets enlazaron cuatro victorias consecutivas (Aston Villa, Norwich, Sunderland y Liverpool) y se han mostrado como un equipo combativo y que sabe aprovechar las virtudes de sus jugadores. Mención aparte merece Ighalo, que lleva ya 13 goles, uno de los principales motores de que este Watford esté firmando una temporada impensable en agosto.
Revolcón al líder.
La sensación de la Premier se presentaba en Anfield continuando su particular Everest. Después de cargarse al Chelsea y al Everton, se esperaba que los de Ranieri salieran a ponerle las cosas difíciles al Liverpool. No fue así.
Flojo partido de un Leicester en el que Mahrez ofreció un par de virguerías al respetable y poco más y en el que no tuvimos noticias de Jamie Vardy. Salvo un arreón tras el gol de los Reds, los Foxes fueron un equipo a merced de los de Klopp y se llevaron su segunda derrota de la temporada. Afortunadamente, el Arsenal siempre esta por hacerte un favor.
No debieron gustarle demasiado a Klopp los tres últimos partidos del Liverpool (dos derrotas frente a Newcastle y Watford y el empate frent al West Brom) y eso se notó en la salida del conjunto rojo. A un ritmo altísimo durante los 90 minutos, el Liverpool fue dueño y señor del partido, aunque con una preocupante falta de puntería. Incluso cuando el escenario pareció ponerse feo con la lesión de Origi (que estaba dejando muy buenos minutos) la balanza no se inclinó a favor de los de Ranieri.
Cuando el infierno es inevitable.
Que el Aston Villa está condenado a la Championship es algo que pocos dudan a estas alturas. Sin capacidad de reacción y cada vez más hundidos, Garde se ve incapaz de levantar a un equipo clínicamente muerto y que ya está a 9 puntos de la salvación.
Con una sola victoria a sus espaldas (frente al Bournemouth en el primer partido de la temporada), los Villanos suman 12 derrotas y 5 empates. Lograron sacar un punto frente al West Ham que se antoja inútil. O comienzan a sumar de tres en tres o no hay mucho que hacer.
Como dato, el Aston Villa llegó como último clasificado al Boxing Day en dos ocasiones: en la temporada 1935/36 y en la 1958/59. Descendió en ambas.
Algo parecido le ocurre al Sunderland, que solo ha sumado 3 victorias en lo que va de temporada y enlaza ya cuatro derrotas consecutivas (Arsenal, Watford, Chelsea y City).
Frente a los de Pellegrini, el equipo de Allardyce fue una sombra vagando por el terreno de juego que en un abrir y cerrar de ojos se encontró con tres goles en contra. Un drama.
El habitual harakiri del Arsenal.
En los últimos años la insoportable levedad del Arsenal ha pasado a ser algo más que insoportable. Con la enésima oportunidad de ponerse líder de la Premier tras la derrota del Leicester, los de Wenger volvieron a firmar un partido en el que quedó expuesta otra vez su falta de ambición, su nula estabilidad y, lo que es peor, una carencia exagerada de confianza.
Cuando parecía que comenzaban a sentirse cómodos en el partido llegó el brutal zapatazo de Martina, que debutaba. Despeje sin convicción de Mertesacker (otra vez en otro gris partido junto a Koscielny) y golazo del de Curaçao en el que el balón dibujó una preciosa curva ante la que no pudo hacer nada Cech. Espectacular.
El gol le dio alas a los Saints y el Arsenal perdió fuelle. Los de Koeman ganaron en confianza y en intensidad y comenzaron a ejecutar su plan a la perfección. Gran trabajo de presión para provocar errores y planificación en el campo para conseguir ahogar la magia de Özil y lograr que Giroud pasase totalmente desapercibido. Tras el segundo gol retrasaron algo más las líneas, cerrando bien los espacios para evitar una resurrección de los Gunners que no llegaría.











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